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¿Qué son los 'incels' y por qué deberían preocuparnos?


María L. Villodres
. El País (smoda.elpais.com), 7/5/2018 (fragmentos)
Se trata de una peligrosa subcultura de odio a las mujeres que ya ha costado decenas de vidas. Está formada por una violenta comunidad de hombres heterosexuales, nacida en internet, que reivindican su derecho al sexo.

"¡La Rebelión Incel ya ha comenzado!", escribía Alek Minassian (25 años) en un post de Facebook (ahora borrado) minutos antes de arrollar con una furgoneta a más de veinte personas en Toronto y posteriormente darse a la fuga. Diez fallecidos y al menos quince heridos en un ataque deliberado que, en principio, suscitó las alarmas sobre un posible atentado terrorista. Lo que había detrás en realidad era un grupo que se denomina a sí mismo como 'célibes involuntarios', que culpan y atacan a las mujeres por no querer mantener relaciones con ellos.

El término incel no es nuevo. A pesar de ser acuñado por primera vez en 1993 por una mujer queer que aludía a su celibato como una consecuencia de su físico –con la intención de crear una comunidad en línea basada en el apoyo entre personas que también se sintieran así– Este adquirió posteriormente una connotación de odio y alcanzó dimensión pública en 2014 con Elliot Rodger. Autodenominándose como uno de esos 'incels', el asesino de 22 años atribuía la matanza de seis personas que perpetró en el campus universitario de Isla Vista (California), y su posterior suicidio, al rechazo de las chicas. "Me he visto obligado a soportar una existencia de soledad, rechazo y deseos insatisfechos, y todo porque las chicas nunca se han sentido atraídas hacia mí. Ellas dieron su cariño, sexo y amor a otro hombres, nunca a mí. Todavía soy virgen, ni siquiera he besado nunca a una chica", decía en el vídeo previo que grababa antes de acometer los actos de apuñalamiento, atropello y tiroteo. "No sé por qué no os atraigo a vosotras, chicas, pero os voy a castigar por ello… Finalmente veréis quién soy de verdad, el ser superior, el auténtico macho alfa".

Su discurso lo convertiría en ídolo del movimiento gestado en internet y con quien el propio Minassian ha querido identificarse a través de su mensaje en Facebook antes del atropello en Canadá: "¡Saluden todos al Supremo Caballero Elliot Rodger!", escribía. "Vamos a derrocar a todos los 'Chads' y 'Stacys'". Los nombres que el canadiense utiliza pertenecen a la jerga propia de la comunidad, que clasifica así a los hombres y mujeres atractivos que, según ellos, sí pueden acceder al sexo y al amor. Y, como ilustran en la web Racked basándose en las descripciones que los usuarios dejan en los foros 'incels', las 'Satcys' son mujeres con un "cuerpo naturalmente curvilíneo, tetas grandes y culo que dan a los hombres erecciones instantáneas". El resto de ellas (que entrarían a su vez en el grupo de los 'normies') son clasificadas como 'Beckys', las que "usan ropa holgada para ocultar tetas pequeñas o culo plano y que tienen la necesidad de llevar pantalones de yoga súper ajustados para obtener algunas miradas". En otras de las descripciones que apunta la publicación, directamente se describe a las mujeres como "femoides".

"Este hecho de convertir a 'la otra' en algo objetual e identificarla como un 'no yo/no igual a mí' es un pensamiento común en todas las personas reaccionarias y fanáticas", explica la socióloga experta en Género Capitolina Díaz a S Moda. "Como ocurriera con los nazis hacia los judíos, poner a las mujeres en esa condición de 'no humanas', con la que no te identificas, 'permite' que estas personas justifiquen la cosificación, la agresión e incluso el asesinato". Y además, añade, "obvian el hecho de que los seres humanos no son solo corpóreos, no tienen en cuenta el pensamiento. Las imágenes que han creado de las mujeres no son en absoluto existentes, las ven exclusivamente como cuerpos".

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Este grupo de "célibes involuntarios" forma parte de un movimiento aún mayor y peligroso que se gesta en la red: el supremacismo masculino. Según ha reportado el Southern Poverty Law Center (organización sin ánimo de lucro defensora de los derechos civiles), la misoginia se ha posicionado con fuerza sobre este mapa de odios.

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Un estudio de Everytown for Gun Safety, señalaba que, de las diez masacres que más víctimas se han cobrado en Estados Unidos, nueve de los perpetradores (todos hombres) tenían en su historial casos de violencia de género. En este contexto, la escritora Jessica Valenti hace un llamamiento desde su columna 'Cuando los misóginos se convierten en terroristas' en The New York Times: "A pesar de una gran cantidad de evidencias que conectan a estos asesinos en masa y grupos misóginos radicales, todavía nos referimos en gran medida a los atacantes como 'lobos solitarios', un error que ignora la forma prevenible de cultivar y alimentar deliberadamente el miedo y la ira de estos hombres".